

Un viaje real: Amar tus entrañas
Un viaje real: “Amar tus entrañas”
“Este texto ha sido escrito por mí como acompañante del proceso, y está complementado con unas palabras de la persona que lo ha vivido.”
Este escrito habla sobre el viaje de una mujer que decidió abrir la puerta.
La excusa perfecta para comenzar las sesiones la trajeron sus intestinos: un malestar muy fuerte en el vientre, vómitos que aparecían de la nada y que intentaban expulsarlo todo.
Aparentemente, el viaje parecía orientado a solucionar ese problema evidente, localizado en los intestinos.
Pero cuando se emprende este camino, empieza a emerger todo lo que el cuerpo ha estado guardando.
Aparece el peso que llevamos en la mochila desde hace tiempo. Aparecen los patrones que repetimos para agradar. Aparecen los miedos que se envuelven y se encapsulan. Y también nos damos cuenta, con honestidad, de que no podemos con todo solos.
En ese punto, suelo decir que se requiere de cierta valentía para transitar lo que aparece.
A veces hay tanto rechazo hacia lo que sentimos en nuestro cuerpo —incluso podría decirse odio hacia lo que se presenta— que cuando esto empieza a transformarse y comenzamos a comprender lo que el cuerpo trata de hacer por nosotros, surge algo inesperado: una forma de amar nuestras propias entrañas.
Y entonces el viaje deja de ser solo sobre los intestinos.
Empezamos a ver cómo nos movemos por la vida, cómo tratamos de agradar una y otra vez, cómo nos relacionamos con nuestra madre…
Pero sobre todo, aparece una invitación: empezar a moverse de otra manera.
Lo interesante es que este nuevo movimiento no nace de la mente, sino del cuerpo.
Es un movimiento que lleva tiempo intentando manifestarse, pero que hemos postergado por lo que nuestros pensamientos nos decían.
En este viaje —entre sesiones, mensajes de WhatsApp, momentos de dolor, días aparentemente tranquilos—
la digestión de lo antiguo empieza a ocurrir.
Y entonces, de pronto, surgen movimientos nuevos, espontáneos.
Nos sorprendemos a nosotros mismos viendo que hay otras formas de vivir, de responder, de respirar.
Y también vemos cómo ciertos miedos —al rechazo, a ponernos en primer lugar, a detenernos— comienzan a disolverse, y en su lugar aparece el espacio que el cuerpo pedía desde hace tanto tiempo.
Hay momentos que son difíciles de transitar, y en esos momentos es importante comunicarse con el terapeuta.
Y también hay momentos en los que ya no se puede volver atrás, porque lo que ha cambiado se ha asentado de verdad.
El cuerpo es inteligente y sabe lo que tiene que hacer.
A veces ocurren transformaciones tan profundas que ni siquiera los libros de anatomía podrían describirlas.
Confiar en el cuerpo y en su proceso es un buen lugar.
“Amar mis entrañas cuando lo que siento me resulta placentero es fácil, amarlas cuando el dolor me arrasa me resulta muy complicado porqué quiero que desaparezca lo que estoy sintiendo. Cuando empiezo a amarlas ocurra lo que ocurra y me permito experimentarlo porque confío en lo que mi cuerpo está haciendo, algo nuevo, fresco y mágico se abre para mí.
Pero este cambio no se ha dado siguiendo un método, utilizando herramientas ni provocándolo y tampoco he podido hacerlo sola porqué ha habido momentos muy duros. Esta nueva forma de vivir, ha surgido sesión tras sesión con la ayuda de Jose, aprendiendo a escuchar mi cuerpo, entregándome al proceso y atreviéndome a experimentar cualquier cosa que se mostrara. Dejando de interferir y querer que las cosas sean como yo quiero, estando disponible para lo que mi cuerpo quisiera hacer. Emprendiendo así un viaje sin retorno en el que, sin forzarlo, el faro ha dejado de ser mi mente y ha pasado a serlo mi cuerpo.”